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martes, 7 de septiembre de 2021

La Fuerza del Optimismo

La Fuerza del Optimismo

Por Luis Ángel Gonzalez




En el decursar de la historia de la humanidad, los diferentes pueblos y culturas han engendrado hombres que de diversas maneras sobresalieron por encima de sus contemporáneos. Muchos de sus nombres aparecen en los diccionarios enciclopédicos o en obras literarias, porque todos hicieron algo que los hizo trascender y pasar a la posteridad como triunfadores. Hablo de profetas, científicos, artistas, inventores, deportistas, políticos, estadistas, líderes...

Estos personajes, admirados a través de los tiempos, no sólo alimentaron un sueño, sino que estuvieron convencidos de poder realizarlo y decidieron no desmayar en el empeño. Se sabe que una fuerza superior les empujaba cuando ascendieron por las cuestas escarpadas de la vida y, cual luz divina, les iluminaba los caminos más oscuros: EL OPTIMISMO.

Uno de los secretos de los triunfadores es, sin dudas, cultivar el optimismo. Cuando lo han incorporado definitivamente a su manera de actuar, siempre han estado cargados de ánimo, con buena disposición y marcados por una firmeza a toda prueba.

Mas, ¿qué es, justamente, este término tan repetido y necesitado por todos? Se trata de un sistema filosófico que atribuye al universo la mayor perfección posible como obra de un ser infinitamente perfecto. También se entiende como la propensión a ver y juzgar las cosas bajo el aspecto más favorable, acoger siempre la arista positiva de la realidad y cultivar la certeza de que es posible alcanzar los objetivos, sin espacio para el desánimo. 

No se adquiere el optimismo como un botín de guerra, quitándoselo a otros después de cierta contienda; no es posible mediante el estudio al leer una vasta enciclopedia, como si fuese cultura y conocimientos; tampoco puede salirse a buscar como se busca y se encuentra cualquier mercancía o cogerlo como a la fruta de un árbol; nunca un ladrón ha podido robarlo, por muy hábil que haya sido. Sólo crece en el interior de cada quien. Hay que cultivarlo en el terreno fecundo del alma humana y su fruto depende, exclusivamente, de la voluntad.

El optimismo implica una fuerza superior en el hombre, le da la seguridad de que puede, de que es posible cualquier empeño por difícil que sea. Cuando actuamos con optimismo es menos probable que alguien nos frene o que algo nos amilane, porque, pese a los escollos, no renunciamos al fin propuesto y, en consecuencia, lo obtenemos.

Las personas impregnadas en esa cualidad tienen más posibilidades de éxito, porque el éxito comienza con la voluntad, con la seguridad en sí mismo. Esta confianza en lo propio no consiste en pensar que somos más, sabemos más o estamos por encima de todos, sino en creer que podemos llegar a ser tanto como se desee. Si usted considera que está vencido, ya lo está, pues la predisposición a fallar lo hace vulnerable psicológica y físicamente. En cambio, si cree que puede, si se siente seguro de que puede, podrá.

Es cierto que cualquiera pierde una batalla, pero el optimista nunca la pierde antes de echarla. Incluso, cuando ocurre lo peor, piensa que es mejor perder una vez que seguir perdiendo; entonces intenta, ante todo, prepararse para la próxima ocasión, en la que tratará de recuperar lo perdido o alcanzar lo propuesto.

En el extremo contrario están los pesimistas, a quienes cualquier objetivo, aunque sencillo, les resulta inalcanzable. Ellos mismos lo convierten en inalcanzable desde el instante en que se sienten incapaces de lograrlo. Al ver el día oscuro, no proceden ni hacen el esfuerzo, sin imaginar que el triunfo puede estar a la vuelta de la esquina, pero no vendrá nunca a nosotros, se impone ir en pos de él.

Dos hombres intentan escalar la cumbre de una elevación. Ambos llevan sogas, garfios, piolets y alimentos energéticos. Están, aparentemente, en igualdad de condiciones. ¿A cuál podemos apostar como posible ganador? A quien, además de los avíos, lleva consigo la certeza de que llegará a la cima: al optimista. Porque su estado anímico le otorga una predisposición favorable que lo pone en ventaja.

La persona optimista es más propensa a insistir hasta abrazar el fin anhelado.

La vida no nos debe nada, todo lo que el hombre recibe de ella lo ha de conquistar. Para ello debemos contar con nuestras propias fuerzas, sean físicas o espirituales, y si aparece un golpe de suerte, acogerlo como a un amable colaborador. Mas, el que pretenda mucho y aspira a salir vencedor, ha de empezar por fortalecerse, teniendo como premisa que la fuerza propia es la única arma que jamás le fallará. Esa fuerza bien puede ser el optimismo.

No pocas veces los infortunios conspiran contra el ánimo y llegan hasta lograr que perdamos las esperanzas. Para crecer ante el abatimiento, es importante considerar que nadie tiene un problema que no haya sido antes de otro y resuelto por otro. Hay que partir siempre de la idea de que lo resolveremos, no importa si en ese momento desconocemos cómo o cuándo. Lo importante es estar convencido de que existe una salida y la encontraremos. Reflexione, si algún problema carece de solución, deja de serlo.

Quienes disponen de una voluntad emprendedora suelen encontrar en otros, que hicieron realidad sus propósitos, una verdadera inspiración y alimentan así el optimismo. Esto es: "si ellos pudieron, yo también". Pero, el que lo hizo primero necesitó de una firmeza mayor que le permitió asegurar: " aunque nadie lo ha logrado, yo lo haré". Esta disposición estuvo cargada de optimismo, evidentemente.

LA PERSEVERANCIA, UNA GRAN ALIADA

El que persevera triunfa, reza un conocido proverbio. A pesar de repetirse desde tiempos inmemoriales y resultar manida, en la actualidad, la sabia afirmación mantiene el valor de la primera vez. No sólo se ha hecho realidad en infinidad de ocasiones, sino que cada día aparecen nuevos ejemplos de su irrefutable verdad. El optimismo va de la mano con la perseverancia, tal es así que jamás se desalienta el que está convencido de que ha de dar en el blanco, aunque para ello precise de varios intentos.

Las victorias no las obtiene siempre quien más las merece sino el que las sabe buscar con más insistencia.

La persona optimista es más propensa a insistir hasta abrazar el fin anhelado. ¿Sabe alguien cuántos sueños hubo el hombre de alcanzar sólo después de una perseverancia sostenida? Muchos, porque muchas son las cosas, en la vida, que desafían constantemente nuestras capacidades y deseos y, además de obligarnos a repetir la acción, exigen un esfuerzo mayor cada vez. Aquel que sepa que lo difícil es sólo difícil y no imposible, está más propenso a llevarse el éxito. 

Miremos al mundo de frente y digámosle: "tengo derecho a todo lo que deseo, deseo lo que puedo y quiero conseguir". Las victorias no las recibe siempre quien más las merece, sino el que las sabe buscar con más insistencia. A propósito, dice un poema: muchos fracasos suelen acontecer \ aun pudiendo vencer de haber perseverado.

Claro, ante todo, debemos ser objetivos y no alimentar meras ilusiones. Es desaconsejable trazarse metas que estén demasiado lejos de las posibilidades reales de cada cual. Es preferible ir consiguiendo pequeñas victorias en los objetivos que nos proponemos y, con el tiempo, aumentar las aspiraciones, paso a paso, con serenidad y juicio. El secreto estriba en no rendirse, aunque el paso sea lento.

En infinidad de ejemplos, la diferencia entre un triunfador y un perdedor radica en que el primero se levantó una vez más que el segundo y lo hizo por creer que su aspiración aún podía convertirse en un hecho. 

Hay dos grandes verdades, la primera: el hombre se derrumba muy fácilmente; la segunda: precisa de muy poco para enderezarse y proseguir, basta la voluntad y el deseo. La garantía está en dar la espalda a la sombra y volver el rostro a la luz, siempre a la luz. He aquí la premisa del OPTIMISMO. 


Hasta la próxima!!


10 valores humanos que los niños deberían practicar y saber

Para mi como padre de familia, es una prioridad educar, guiar y facilitar el camino para mis hijos. En esta labor como padre, una de mis prioridades ha sido proveer a mis hijos con las mejores herramientas de vida que los hagan ser más felices y vivir su vida plenamente. En ese camino, me encontré con éste artículo, escrito por Flor García, el cual considero de un valor incalculable para todos los padres, pues en mi propia vida los valores humanos han sido la columna vertebral con que gestiono mis acciones.




Los niños aprenden del ejemplo de sus padres, por lo tanto si deseamos que nuestros hijos sean niños educados y que practiquen los valores humanos debemos poner de nuestra parte dando el buen ejemplo.

A continuación les presentamos los 10 valores que los niños deberían saber para tener éxito en sus relaciones interpersonales y en la escuela.

1. Amistad

Todos los padres saben que la elección de un amigo es fundamental para los hijos. La amistad tiene sus exigencias: Franqueza, apertura, capacidad de aceptar críticas y halagos, lealtad, sacrificio.

2. Autodisciplina

Es imprescindible para mantener el control sobre nuestra vida y desarrollo. Es indispensable para poder conseguir los objetivos propuestos en la escuela o en la casa.

3. Compasión

Es un valor que tiene en cuenta la realidad de otras personas. Es bondad, benevolencia, amistad.

4. Coraje

El coraje consiste en saber qué es lo que se debe temer. El coraje en las personas bien formadas sale a relucir frente a las injusticias.

Los padres deben fomentar también este valor, pues ayudara a los hijos a sacar fuerzas de las flaquezas. Les enseñará a luchar fuerte, en lo que consideran retos de estudios, trabajos o relaciones.

5. Fe

Es la virtud que añade una dimensión trascendente a la vida moral de la humanidad y une a la gente, de una manera inimitable por otros medios. Los padres deben inculcar a sus hijos, desde pequeños, los principios de la fe, para que estén preparados para que cuando llegue la edad de tomar decisiones puedan distinguir lo bueno y lo malo de lo que se les ofrecen. 

6. Honestidad

Es la capacidad de decir y hacer la verdad. La honestidad expresa respeto por uno mismo y por los demás, pero necesita practica y estudio para conseguir la integridad.

Los padres deben enseñar con su propio ejemplo todas las variantes de la honestidad.

7. Lealtad

La lealtad es la verdadera unión con la familia, religión, amigos, profesores y grupos con los que hemos decidido identificarnos. Siempre intentaremos que la lealtad sea mutua.

8. Perseverancia

La perseverancia es crucial para el éxito, si está unida a la inteligencia práctica. Ha sido siempre un ingrediente esencial para el progreso humano.

9. Responsabilidad

Significa tener la capacidad, madurez y responsabilidad de responder de nuestros actos. Las personas maduras, son las que se hacen cargo de si mismas y de sus conductas.

Educar a los hijos en la responsabilidad empieza, desde muy pequeños en la casa, con el cumplimiento de pequeñas tareas.

10. Trabajo

El trabajo es el esfuerzo aplicado, en aquello a lo cual nos dedicamos para lograr algo. No es la tarea con la cual nos ganamos la vida, si no aquello que hacemos con nuestra vida.

Para ayudar a nuestros hijos a que sean felices y que disfruten de la vida, necesitamos ofrecerles dos cosas: La práctica en hacer varias cosas que requieran un nivel de esfuerzo y compromiso, compatible con cierta inversión personal en la actividad y el ejemplo de nuestra propia vida.

La Honestidad: La honestidad se refiere a una faceta del carácter moral y se refiere a los atributos positivos y virtuosos tales como la integridad, veracidad y sinceridad, junto con la ausencia de la mentira, el engaño o robo.

La Humildad: Es la cualidad de ser modesto y respetuoso. La humildad, en diversas interpretaciones, es ampliamente visto como una virtud en muchas tradiciones religiosas y filosóficas, cuya relación con las nociones de ausencia de ego.
La Justicia: La justicia es un concepto de la rectitud moral basada en la ética, la racionalidad, el derecho, la ley natural, la religión o la equidad. También es el acto de ser justo y / o equitativo.

El Amor: El amor es considerado como la unión de expresiones y actitudes importantes y desinteresadas, que se reflejan entre las personas capaces de desarrollar virtudes emocionales.

La Paz: Es un estado de tranquilidad que se caracteriza por la no permanencia de conflictos violentos y la facilidad de no tener temor a la violencia. Habitualmente se explica como la ausencia de hostilidad.

La No-Violencia: Es una práctica, estrategia, táctica o forma de actuar que no consiste en no recurrir a la violencia sin importar el método o justificación.

Y antes de finalizar este artículo, les dejo la siguiente frase a manera de reflexión:

“No se preocupen porque sus hijos no los escuchan, preocúpense porque los observan todo el día”

Mariano  Osorio


Hasta la próxima!!

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